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Es verdaderamente justo darte
gracias,
es hermoso cantar para ti, manantial
de todo bien.
Tú eres el que das vida y
futuro a todo lo que existe.
El pan que comemos es don del
cosmos entero,
es el pan de nuestra
peregrinación,
pan incompleto que tú llenarás
de esperanza.
Jesús nos ha enseñado a dar el
pan al hambriento
y a encender hambre de otra
cosa
en aquél que está harto de pan.
Nos ha enseñado a transformar
el “mío” en “nuestro”,
a no acumular tesoros
ilusorios, que la carcoma devora,
tesoros siempre robados al
hambre de los otros.
Día a día, dulce y tenazmente,
llama a la puerta de nuestras
ansias de vivir,
líbranos de las hambres falsas,
haznos personas esenciales
como tus criaturas más pequeñas
y felices,
como las flores, los pájaros,
el pan.
Danos, Señor, el pan, la vida y
la alegría,
porque para el pan, la alegría
y la vida tú nos has creado.
Y entonces, con todas las
criaturas que te buscan,
que te aman y esperan sobre
esta tierra,
te rogaremos con las palabras y
con la fe
que Jesús nos ha enseñado. Abbá,
Padre.
Ermes Ronchi
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