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Inmediatamente empezó el rio incontable de peregrinos: quien sólo (los menos), la mayoría en grupitos.
En diversos momentos, cuando había suficientes feligreses rezamos y cantamos juntos dando gracias a Dios por santa Lucía, por las cosas hermosas que nos regala la vida; por nuestros problemas y nuestras cegueras.
A lo largo del día un grupito de adnegadas mujeres hicieron turnos para que en la Iglesia, aparte del párroco estuviese una responsable. Ellas forman el grupo de reflexión de la Palabra, que están atentas a las necesidades de la Iglesia y comparten estas fatigas del día a días preparando todo para salgo como se debe. Su ilusión, sus nervios les hacía parecer que no eran capaces.Un último empujón les hizo ver que su esfuerzo no era inútil. Hubo quien agradecido les felicitó en público y en privado. Los fieles del Pueblo de Mozaga han sabido ver su callada y a veces ingrata labor.
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